Edad media pdf historia




















Se discute, de todas formas, sobre si la etapa protagonizada por Isabel y Fernando ya no se puede considerar medieval sino propia de la Edad Moderna, el subsiguiente periodo. Su canto del cisne fue el gobierno del valido del califa Hisham II, Almanzor , terror de los cristianos. Jaime I, igual que Luis IX, organiza una cruzada, aunque fracasa.

Con los avances hacia el sur era preciso poblar el nuevo territorio. Era hombre ambicioso, pero obtuso. Fue una matanza en toda regla, al estilo de Atila y Genserico. El historiador Eugipio nos lo describe como de estatura notable, cabello rojizo y un gran bigote rubio. Empezaban los siglos oscuros. Esta indiferencia resulta significativa. Pero no hubo nada de eso. Lo que importa es saber que nunca llegaremos a descubrirlo. En los palacios han acumulado libros y objetos de arte. No se trata de una sociedad cerrada.

Pero sus descripciones huelen a homenaje. Pero no era romano, ni siquiera italiano, sino un galo, originario tal vez de Tolosa, o de Narbona. Pero los romanos no lo leyeron. Su rey, Teodomiro, era un hombre inquieto y ambicioso. Griegos y godos convinieron una paz y se devolvieron, como era de rigor, sus rehenes. Estaba entre ellos el hijo del rey. La espada era su juguete preferido.

Teodorico se dispuso a pasar por aquellas puertas con todo su pueblo. El 28 de agosto, los godos chocaron con las bandas de Odoacro y las derrotaron. Odoacro fue batido de nuevo, y se dio a la fuga.

Los secuaces de Odoacro fueron hechos prisioneros. Pero en Roma el verdadero jefe era el prefecto de la ciudad. Lo nombraba Teodorico, de quien era lugarteniente.

En las Variae de Casiodoro no hay huellas de un solo funcionario militar romano. Los romanos estaban obligados a procurar a las tropas de paso alimento y alojamiento. Terminada la guerra, los soldados regresaban a sus casas y a cultivar los campos. Los impuestos eran gravosos y por lo general se pagaban en especies: aceite, vino, trigo, etc.

En este caso, los segundos eran juzgados por un conde asistido por un magistrado romano. Pronunciado el veredicto, hizo cortar la cabeza a los jueces. En fue elegido presidente del Senado. Era un hombre culto, probo y refinado.

La Consolatio fue el best seller de la Edad Media. Se tradujo a todas las lenguas. Hasta los monjes quedaban obligados a pagar impuestos.

Se levantaba al alba, desayunaba abundantemente a base de fruta fresca y carne asada y paseaba largo rato a caballo por los bosques. Si le quedaba tiempo, visitaba las cuadras. Le gustaba la mesa bien servida, los platos y los cubiertos de plata, las jarras de oro, los manteles de encaje. Amalasunta fue nombrada regente en nombre de su hijo. Era una mujer culta, hermosa y dominante.

Los godos protestaron. Era hijo de Amalafrida, hermana de Teodorico. Pero, bajo el barniz del intelectual, abrigaba una desaforada sed de mando. Demasiado tarde. La reina fue arrestada, conducida al lago de Bolsena y encerrada en una torre. Era el comienzo de una crisis que el Papa y los senadores romanos esperaban con impaciencia. Los mismos emperadores eran comerciantes y hombres de negocios.

Charlatanes, beatos y supersticiosos, a los griegos les entusiasmaban las discusiones religiosas abiertamente fomentadas por el clero secular. En cambio, eran frecuentes los matrimonios mixtos, que los mismos emperadores animaban. Justiniano II, por ejemplo, hizo que la hija de un rico e influyente senador se casara con su cocinero negro. Las escaleras exteriores estaban prohibidas.

Especiales cuidados se dedicaban a las cloacas, que desembocaban directamente en el mar. Grandes patriarcas y eminentes generales eran eunucos. Elegido por Dios, del que era lugarteniente en la tierra, era infalible como Dios. Convocaba los concilios, fijaba los dogmas y modificaba la liturgia. De hecho, sobre los campos de batalla, el emperador y la Virgen eran considerados colegas en el mismo grado. El emperador se expresaba por medio de gestos.

Nada escapaba a su vigilancia. En los ministerios de la capital trabajaban decenas de miles de empleados y funcionarios. Los soldados alistados en el primero eran campesinos armados que vigilaban los confines. Pero Justiniano fue distinto de sus compatriotas. El viejo soldado era un hombre grosero y vulgar. Su influencia en la corte era cada vez mayor. Era bastante madrugador y empezaba a trabajar al amanecer. La mujer era una antigua prostituta. Se llamaba Teodora y era hija de un domador de osos.

Constantinopla era una ciudad chismosa e indiscreta. No se hablaba de otra cosa en los salones de la alta sociedad. El reinado de Justiniano fue bastante tranquilo. Solo un alto magistrado estaba autorizado a dar una orden de captura. A los agentes del fisco que se dejaban sobornar se les amputaban las manos. A los desertores se les reservaba un trato especial, y a los brujos se les condenaba a la hoguera. En realidad, nunca como en su reinado las finanzas bizantinas fueron tan alegres.

A la capital afluyeron decenas de miles de campesinos en busca de trabajo. Desde luego, no es poco. El punto culminante de esta apoteosis fue una audiencia imperial. Las guarniciones godas cayeron como bolos bajo los golpes de los griegos. Casi sin pelear, haciendo pasar a los soldados por un acueducto. Entonces, los godos volvieron a bajar hacia el sur y asediaron Roma. Pero al parecer Justiniano no pudo evitar crear aquella peligrosa dualidad, porque Teodora no le dejaba en paz.

En el Este amenazaba el peligro persa. Vencidos por segunda vez en la llanura del Vesubio, pidieron la paz. En algunos lugares hubo verdaderos episodios de canibalismo. Se inventaron nuevos tributos y se aumentaron los viejos. Ellos lo aprovecharon para acentuar su independencia de Bizancio.

En su reinado aparecieron las primeras grietas en la unidad religiosa entre Bizancio y Roma. Pero nadie se salva. Pero solo se trata de rumores. Conducida de nuevo a su isla, era sumergida en un lago sagrado para ser purificada. Eran rubios, velludos y gallardos. La fe era para ellos una coartada para el saqueo y el genocidio. Es probable que arrollados por el alud de los hunos, se viesen obligados a sumarse a la horda de estos.

Las bestias allanaban los senderos. Los guerreros a caballo cerraban la caravana. Comenzaba una nueva saga. En , los longobardos cruzaron los Apeninos y ocuparon Toscana. Los longobardos, gente de tierra adentro, ocuparon, en resumidas cuentas, la Italia continental, dejando a los bizantinos las zonas costeras y las islas.

Tras dar unos sorbos, Elmequis fue acometido por unos desgarradores dolores de vientre. Los pocos que sobrevivieron a las «purgas» fueron reducidos a la esclavitud. Pero sobre Constantinopla gravitaba entonces la amenaza persa. Centenares de pueblos fueron literalmente convertidos en lagos.

A pesar de la afectuosa amistad que lo ligaba a la emperatriz Constantina, Gregorio no amaba Bizancio. Los viandantes, suspicaces, obligaron a los criados a vaciar el cesto. Los grandes propietarios se trasladaban a la ciudad o se retiraban a los grandes monasterios, nombrando a la Iglesia heredera universal de sus bienes. En un monumental Epistolario en catorce libros, nos ha dejado la historia de su pontificado. En efecto, al cabo de unos meses los longobardos se convirtieron en masa al catolicismo.

Los romanos se echaron a la calle pidiendo que fuese depuesto. Conjurada la hambruna, en la urbe comenzaron a circular rumores calumniosos acerca de Gregorio. Alguien propuso quemar todos sus escritos.

Pero se trata de conjeturas sin fundamento. En la corte se la consideraba una intrusa. Para los duques era una usurpadora. A su muerte, Gundiperga fue invitada a desposarse con el duque de Brescia, Rotario. Todos los arimanes eran libres, y todos los libres arimanes. Los italianos eran tratados como un pueblo vencido y reducido a la servidumbre.

Los matrimonios mixtos no estaban consentidos. Los longobardos identificaban al individuo con los objetos de su pertenencia: si alguien sacaba un ojo a un caballo era como si se lo hubiera sacado a su amo. Leyendo el edicto descubrimos, no sin sorpresa, que entre los longobardos la pena de muerte no era frecuente. El imputado era invitado a meter la mano derecha en el recipiente.

Se desarrollaba a campo abierto. Al perdedor se lo consideraba culpable y se le amputaba la mano derecha. Los longobardos eran muy supersticiosos. Por eso empezaron a difundirse las pilas de agua bendita en las iglesias. El comercio estaba en manos de los aldios. La riqueza estaba concentrada en las manos de los abades y de los arimanes.

Durante su reinado, los hebreos fueron convertidos a la fuerza al cristianismo. Algunos historiadores han interpretado este acto como la fecha de nacimiento del Estado de la Iglesia. En cuanto al seductor, se lo quemaba vivo. A falta de un Estado, la Iglesia asume las funciones de aquel.

Se encargaban de los pobres y enfermos y sus cuadros estaban integrados sobre todo por viudas. El de Roma fue llamado Papa. Como sello de la ceremonia, se intercambiaba el beso de la paz. La fiesta semanal de los cristianos era el domingo. El aborto y el infanticidio, que los romanos practicaban con pagana desenvoltura, fueron abolidos y execrados. Con especial severidad eran juzgados los deportes y los juegos de azar.

Se toleraba la esclavitud. Los romanos condenaban a ella a la mujer libre que se casara con su siervo. Se fundaron los primeros seminarios. Tal es, en parte, el destino de todas las religiones. Y quien lo proclamaba tal vez miraba solo esto, como ciertamente fue el caso de Arrio. El papa Silvestre I, viejo y enfermo, estaba incapacitado para intervenir. Nestorio buscaba el martirio, pero en cambio la Iglesia le dio un puesto de obispo en Constantinopla.

El emperador lo hizo deportar a un oasis en el desierto libio. Fue un gran predicador y sus sermones eran escuchados y aplaudidos por millares de fieles. Sus sermones estaban a tono con la austeridad de su vida, pero disgustaban al obispo, que en lo referente a moral era bastante acomodaticio.

Los prelados de la Curia lo miraban con una mezcla de desprecio y envidia desde lo alto de sus suntuosos baldaquines. Lo consideraba el octavo pecado capital, olvidando que se trataba de un sacramento.

Era un hombre grosero y mal educado. Le gustaban las mujeres, el juego y la buena mesa. El obispo maniqueo era un tal Fortunato, predicador eficaz e impetuoso. Pocos son los elegidos, predestinados al reino de los cielos por los inexcrutables designios de la providencia.

A ella se contrapone la ciudad de los hombres, edificada por el demonio. En la Italia meridional y en Galia aparecen los primeros cenobios. La noticia de este milagro produjo un clamor tan grande que de inmediato lo llamaron a dirigir el convento de Vicovaro. No fue poca cosa el levantar los muros. Puede resumirse en la frase: Ora et labora, reza y trabaja. Un vigilante, designado por el abad, cuida de que nadie se distraiga de la lectura, durmiendo o charlando con el vecino.

A las nueve, el sacerdote, que a veces vive fuera del convento, celebra una segunda misa de asistencia obligatoria. A las once se sirve el almuerzo. La regla solo tolera una especial dispensa a los viajeros y enfermos. Mientras comen, un monje lee en voz alta las vidas de los santos. A la puesta del sol, tras una cena frugal, otra vez a dormir. El monasterio dispone de numerosos dormitorios.

El mobiliario es austero. El monasterio es meta de continuas peregrinaciones. Nos hallamos en el siglo VI. En Italia se recrudece la guerra godo- bizantina. La vida del monasterio es dura, y para soportarla debe demostrar que posee una salud de hierro. Renuncia a todos sus bienes a favor del monasterio o de los pobres. Los campos estaban despoblados. Los poderes centrales no funcionaban porque nadie estaba en condiciones de hacerlos funcionar.

No existe ninguna diferencia entre un abad de Montecassino y un duque longobardo. Los dos gozan de especiales privilegios y prerrogativas. Las relaciones del Papa con el patriarca de Constantinopla eran tensas. El tipo fue proclamado en por el emperador Constantino II. Le gustaba mandar.

Eran pendencieros, intrigantes y depravados. Los romanos lo acogieron con hostilidad. En el tribunal, los jueces le prohibieron que se sentara. Los musulmanes presionaban desde el este sobre Grecia y amenazaban con desbordarla. Los ricos no se conformaban con un simple icono. Sus miembros usaban la imagen del santo como distintivo y amuleto.

En la capital estallaron sangrientos tumultos. Numerosos poblados fueron arrasados, las iglesias quemadas, y los habitantes, asesinados. Era como si hubiesen vuelto los tiempos de Atila y de Alarico. Clodoveo fue un guerrero osado y sagaz. Los salios necesitaban espacio. Para conquistarlo, invadieron el territorio comprendido entre el Marne y el Sena. Entre los germanos, los francos fueron los primeros en abrazar el catolicismo. La historia fue menos indulgente. Se asesinaron los unos a los otros.

Delitos, traiciones, guerras civiles, destrozaron al Estado. Sus sucesores, con pocas excepciones, gobernaron mal. Raras veces iba a la corte, y eso solo en las grandes ocasiones. Un criado lo levantaba y lo instalaba sobre el carro. En el siglo VII no circulaba el dinero. Fue un choque tremendo. Fue Carlos un gobernante religioso, pero no un beato.

En realidad, los dos gobernaron sobre sus respectivos territorios como mayordomos de palacio. Antes quiso detenerse en Roma. Childerico fue rapado y encerrado en un monasterio.

Sobre la urbe pesaba una amenaza, la longobarda. Entre ellas:. Abarca los siglos IX a XI. Pero nosotros la vivimos con unos matices distintos al del resto de Europa. Las ciudades que antes gozaban de todo tipo de lujos, empiezan a dejar de ofrecer estos servicios, la ciudad comienza a deteriorarse. Los visigodos llegaron y se quedaron, fundando el Reino Visigodo de Tolosa.



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